Las pequeñas y medianas empresas (PYME) desempeñan un papel crucial en el desarrollo económico de América Latina. Sin embargo, su integración en encadenamientos productivos presenta desafíos significativos. Esta publicación muestra estrategias clave que pueden adoptar las PYME para fortalecerse y participar efectivamente en estas cadenas de valor, abordando aspectos como la innovación tecnológica, la gestión empresarial y la cooperación interempresarial.
Encadenamientos Productivos
El concepto de encadenamientos productivos ha evolucionado significativamente en la literatura económica, especialmente en el contexto de las pequeñas y medianas empresas (PYME). En sus orígenes, los encadenamientos productivos fueron comprendidos como una serie de relaciones de dependencia entre diferentes etapas de producción, donde cada etapa agrega valor y contribuye al producto final (Porter, 1985). Posteriormente, investigadores como Gereffi y Kaplinsky (2001) ampliaron el concepto al explorar cómo las redes de valor global y las cadenas de suministro integran a las PYME, permitiéndoles acceder a recursos, conocimiento y tecnología que de otro modo no tendrían disponibles. Estos autores argumentan que la integración en cadenas de valor puede ofrecer a las PYME la posibilidad de adquirir competitividad y mejorar sus capacidades productivas mediante la colaboración con empresas más grandes o con instituciones de apoyo en los sectores público y privado.
A medida que las economías globalizadas avanzaron, surgió la necesidad de entender los encadenamientos productivos desde una perspectiva territorial y sectorial. Humphrey y Schmitz (2002) introducen el enfoque de “mejoras incrementales” que permite a las PYME aprender de las empresas más avanzadas en la cadena y, con el tiempo, mejorar sus productos y procesos. Este enfoque es particularmente relevante para sectores industriales en países en vías de desarrollo, donde las PYME enfrentan dificultades de acceso a capital y tecnología. Además, estudios de Pietrobelli y Rabellotti (2006) refuerzan esta perspectiva, destacando que la inserción de las PYME en cadenas de valor regionales y globales les brinda oportunidades de aprendizaje, innovación y escalamiento productivo, facilitando su acceso a mercados internacionales y aumentando su capacidad para competir en ellos.
En los últimos años, la digitalización y el avance de las tecnologías de la información y comunicación han introducido una nueva dinámica en los encadenamientos productivos. Según Sturgeon (2008), las nuevas tecnologías facilitan la interacción entre empresas de distintos tamaños y localidades, permitiendo a las PYME integrarse más fácilmente en redes de producción global. De manera complementaria, autores como Blyde (2014) señalan que el acceso a plataformas digitales y herramientas colaborativas reduce los costos de transacción y mejora la eficiencia de las interacciones entre las PYME y las grandes empresas dentro de los encadenamientos productivos. Así, el desarrollo tecnológico actual no solo refuerza la competitividad de las PYME, sino que también democratiza las oportunidades de participación en cadenas de valor complejas, generando beneficios tanto a nivel local como global.
Las PYME y los encadenamientos productivos
Las PYME en Latinoamérica
Según la CEPAL (2021), las PYME representan aproximadamente el 99% del total de empresas en América Latina y generan entre el 60% y el 70% del empleo formal en la región, lo cual subraya su relevancia en el ámbito laboral. Sin embargo, su contribución al Producto Interno Bruto (PIB) es relativamente baja, en torno al 25% al 30%, debido a la limitada integración en cadenas de valor y su acceso restringido a recursos y tecnología avanzada. En México, por ejemplo, los programas de encadenamiento productivo han permitido que el sector manufacturero incremente su participación en el comercio exterior, siendo las PYME proveedoras del 35% de los insumos que las grandes empresas exportadoras requieren (INEGI, 2020). En Colombia, gracias a las políticas de encadenamiento promovidas por el MinCIT, cerca de 4,500 PYME se han integrado en cadenas productivas clave, aumentando su productividad en un 15% en sectores como el agroindustrial y el textil (MinCIT, 2020). Estas cifras evidencian que el apoyo gubernamental y la participación en encadenamientos productivos son elementos cruciales para potenciar el crecimiento y la competitividad de las PYME en la región.
En el sector automotriz de México, las PYME han demostrado un papel crucial en la cadena de suministro, aportando cerca del 30% de los insumos que las grandes ensambladoras requieren para la producción de vehículos, lo cual fortalece su posicionamiento en mercados internacionales (INEGI, 2020). Este sector genera aproximadamente el 20% del PIB manufacturero mexicano y cuenta con un ecosistema de PYME proveedoras que han logrado elevar su competitividad y eficiencia mediante programas de encadenamiento productivo impulsados por el gobierno. En el ámbito agroindustrial, las PYME también tienen una contribución relevante: se estima que más del 40% de los insumos procesados en el país provienen de pequeños y medianos productores que colaboran con grandes empresas alimentarias y de exportación. En Colombia, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT, 2020) reporta que programas de encadenamiento productivo han beneficiado a más de 3,000 PYME en sectores como el textil y el agroindustrial, aumentando su productividad en un 12% en promedio y cerrando brechas tecnológicas mediante incentivos fiscales y formación en sostenibilidad e innovación. Esto no solo mejora la competitividad de las PYME colombianas, sino que fortalece la estructura productiva y exportadora del país en mercados globales.
A nivel regional, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2021) ha señalado que uno de los mayores desafíos para el desarrollo de encadenamientos productivos en América Latina es la limitada capacidad de las PYME para adoptar tecnologías digitales y acceder a mercados internacionales. Para abordar esta situación, el BID ha colaborado con gobiernos de varios países en la implementación de plataformas digitales que facilitan la conexión entre empresas pequeñas y grandes, y mejoran la transparencia en la cadena de suministro. Estas plataformas han mostrado resultados prometedores en Brasil y Argentina, donde se han reducido los costos de transacción y optimizado los procesos de coordinación entre empresas. De este modo, el fomento de los encadenamientos productivos a través de tecnologías digitales se ha convertido en una herramienta crucial para la inclusión de las PYME en la economía global y para el fortalecimiento del desarrollo económico en la región.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2021) reporta que solo el 23% de las PYME en América Latina ha logrado implementar herramientas digitales en sus operaciones, lo que limita su capacidad para integrarse en cadenas de valor globales y participar en encadenamientos productivos. Ante esta situación, el BID ha promovido iniciativas digitales que ayudan a las PYME a superar barreras de acceso al mercado y a reducir costos de transacción. En Brasil, por ejemplo, el uso de plataformas digitales impulsadas por el BID ha permitido que más de 5,000 PYME se conecten con empresas grandes, optimizando su gestión logística y mejorando sus ingresos en un 15% promedio. En Argentina, estas herramientas han ayudado a que PYME del sector agroindustrial logren mejorar sus tiempos de entrega y reducir los costos de intermediación en un 20% (BID, 2021). La adopción de estas tecnologías ha demostrado que, a través de una mayor transparencia y eficiencia en la cadena de suministro, las PYME pueden acceder a oportunidades de negocio antes inalcanzables, contribuyendo al desarrollo económico regional y fortaleciendo su competitividad en el ámbito global.
Preparar la PYME para el encadenamiento productivo
Para que las pequeñas y medianas empresas (PYME) puedan integrarse exitosamente en encadenamientos productivos, es crucial que fortalezcan sus capacidades de innovación, tecnología y gestión, elementos que permiten mejorar su competitividad y aportar mayor valor agregado en la cadena. Según Bianchi y Labory (2018), las PYME deben invertir en innovación y en la adopción de tecnologías avanzadas para integrarse en cadenas de valor más complejas, ya que la tecnología contribuye a mejorar la eficiencia y la calidad de sus productos. Además, la capacidad de innovación permite a las PYME adaptarse a los cambios en la demanda y en los estándares de calidad requeridos por empresas de mayor escala en los encadenamientos productivos. Estos autores enfatizan que una base tecnológica sólida es esencial para que las PYME puedan responder a las demandas específicas de grandes empresas y, al mismo tiempo, fortalecer su posición en mercados globales.
Otro aspecto fundamental para preparar a las PYME en su integración a encadenamientos productivos es la formación en gestión y administración empresarial. Felzensztein y Gimmon (2014) destacan que las PYME que cuentan con habilidades avanzadas en gestión de proyectos y recursos humanos tienen mayores probabilidades de establecer vínculos sólidos en cadenas de valor, ya que estas competencias facilitan la colaboración con otras empresas y mejoran la capacidad de respuesta en términos de calidad y tiempos de entrega. Además, los autores sugieren que el entrenamiento en gestión contribuye a que las PYME adopten prácticas de sostenibilidad y responsabilidad social, elementos cada vez más valorados en cadenas de suministro internacionales y que permiten a las empresas diferenciarse y añadir valor en los encadenamientos productivos.
Finalmente, la cooperación y la creación de redes con otras empresas y actores institucionales son esenciales para que las PYME se inserten en cadenas de valor. Según Molina-Morales y Martínez-Fernández (2010), la colaboración con otras empresas en redes de clústeres y la asociación con instituciones de apoyo como cámaras de comercio o universidades pueden mejorar la competitividad de las PYME. Estas alianzas permiten el intercambio de conocimientos y recursos que reducen los costos de adopción de nuevas tecnologías, facilitando la entrada de las PYME en mercados de mayor envergadura. La cooperación interempresarial no solo fortalece las capacidades internas de las PYME, sino que también promueve la resiliencia y adaptabilidad en entornos de rápida evolución, requisitos indispensables para mantenerse en cadenas de valor complejas y globalizadas.
La siguiente tabla muestra el esquema de trabajo:
Área clave |
Etapa |
Descripción |
Fortalecimiento en Innovación y Tecnología |
Evaluación tecnológica inicial |
Identificar el nivel de desarrollo tecnológico de
la PYME y detectar áreas donde la adopción de nuevas tecnologías puede
mejorar su productividad y calidad. |
Capacitación en innovación |
Ofrecer programas de formación en innovación, que
incluyan metodologías para la mejora continua de productos y procesos,
permitiendo a la PYME adaptarse a las exigencias de la cadena de valor. |
|
Adopción de tecnología avanzada |
Facilitar el acceso a tecnología digital y
automatización para aumentar la eficiencia de la PYME y mejorar la calidad de
sus productos, clave para integrarse en encadenamientos con empresas de mayor
tamaño. |
|
Desarrollo de Competencias en Gestión Empresarial |
Capacitación en gestión y administración |
Proporcionar formación en gestión de proyectos,
finanzas y recursos humanos para optimizar la operación y eficiencia de la
PYME en el contexto de encadenamientos productivos. |
Implementación de prácticas sostenibles |
Incluir formación en sostenibilidad y
responsabilidad social empresarial, aspectos valorados en cadenas de
suministro internacionales. |
|
Planificación y manejo de estándares de calidad |
Ayudar a las PYME a establecer procesos y
controles que aseguren consistencia en la calidad y tiempos de entrega,
fortaleciendo su reputación en la cadena de valor. |
|
Fomento de la Cooperación y Redes de Colaboración |
Establecimiento de alianzas estratégicas |
Incentivar la participación de las PYME en
clústeres sectoriales o redes de colaboración para facilitar el intercambio
de conocimientos y recursos. |
Asociación con instituciones de apoyo |
Crear vínculos con cámaras de comercio,
universidades y centros de innovación que proporcionen asesoría técnica y
capacitación especializada. |
|
Fortalecimiento del capital social |
Promover actividades de networking para que las
PYME construyan relaciones sólidas y de confianza con otros actores de la
cadena, mejorando su capacidad de respuesta y adaptabilidad en un entorno
competitivo. |
Conclusiones
En primer lugar, el fortalecimiento en innovación y tecnología es esencial para que las PYME mejoren su competitividad en encadenamientos productivos. A través de la capacitación y la adopción de tecnologías avanzadas, pueden optimizar sus procesos y responder a las exigencias del mercado, lo que les permitirá aumentar su productividad y calidad de productos. Esto no solo beneficia a las propias PYME, sino que también enriquece las cadenas de valor en las que participan.
En segundo lugar, el desarrollo de competencias en gestión empresarial es vital. Proporcionar formación en áreas como gestión de proyectos y sostenibilidad permite a las PYME establecer procesos estandarizados y eficientes, esenciales para cumplir con los estándares requeridos por las empresas más grandes. Este enfoque también promueve la responsabilidad social y la sostenibilidad, atributos cada vez más valorados en los mercados internacionales.
Finalmente, fomentar la cooperación y la creación de redes de colaboración puede abrir nuevas oportunidades para las PYME. Establecer alianzas estratégicas y vínculos con instituciones de apoyo les permite intercambiar conocimientos y recursos, fortaleciendo su capacidad de respuesta ante los desafíos del mercado. La cooperación interempresarial no solo incrementa la competitividad de las PYME, sino que también contribuye al desarrollo económico regional al integrar a estas empresas en cadenas de valor más amplias y complejas.
Referencias
Bianchi, P., & Labory, S. (2018). Industrial policy for the manufacturing revolution: Perspectives on digital globalization. Edward Elgar Publishing.
Blyde, J. S. (2014). Synchronized factories: Latin America and the Caribbean in the era of global value chains. Springer.
Banco Interamericano de Desarrollo. (2021). Impulsando la transformación digital en América Latina y el Caribe. BID.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (2021). Políticas de fomento a las cadenas de valor para las pequeñas y medianas empresas en América Latina. CEPAL.
Felzensztein, C., & Gimmon, E. (2014). Competitive advantage in global value chains: The role of social capital and learning capabilities in Latin American SMEs. Journal of Small Business Management, 52(4), 640-658.
Gereffi, G., & Kaplinsky, R. (2001). The value of value chains: Spreading the gains from globalisation. IDS Bulletin, 32(3), 1-2.
Humphrey, J., & Schmitz, H. (2002). How does insertion in global value chains affect upgrading in industrial clusters? Regional Studies, 36(9), 1017-1027.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2020). Directorio estadístico nacional de unidades económicas: Distribución sectorial de las PYME en México. INEGI.
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia. (2020). Estrategia de encadenamientos productivos para el fortalecimiento de las PYME. MinCIT.
Molina-Morales, F. X., & Martínez-Fernández, M. T. (2010). Social networks: Effects of social capital on firm innovation. Journal of Small Business Management, 48(2), 258-279.
Pietrobelli, C., & Rabellotti, R. (2006). Clusters and value chains in Latin America: In search of an integrated approach. Inter-American Development Bank.
Porter, M. E. (1985). Competitive advantage: Creating and sustaining superior performance. Free Press.
Sturgeon, T. J. (2008). From commodity chains to value chains: Interdisciplinary theory building in an age of globalization. In Bair, J. (Ed.), Frontiers of commodity chain research (pp. 110-135). Stanford University Press.
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